MUERTE A LOS GOLPISTAS
Carlos Ochoa
La frase "Muerte a los golpistas", fue pronunciada por el senador y representante de Acción Democrática David Morales Bello, en el Congreso Nacional en febrero de 1992, como respuesta al intento de golpe liderado por el Teniente Coronel Hugo Chávez. El senador adeco antecedió en el derecho de palabra al líder fundador de Copei Rafael Caldera, quien olfateó el descontento, y surfeó la ola del momento con un discurso sentido, que le permitió retornar a Miraflores en las presidenciales de 1993 parado sobre las cenizas de su propio partido. Este momento dramático de la historia de la democracia venezolana, se ha analizado desde diferentes perspectivas, sin embargo nos preguntamos a propósito del golpe dado al gobierno del Presidente Zelaya en Honduras ¿Qué lección nos deja a los venezolanos la intentona golpista del 4F? 1.- Tenemos que recordar que la frase condenatoria sepultó políticamente a Morales Bello y al bipartidismo que lo aplaudió. 2.- Los 34 segundos televisivos del comandante Chávez, repetidos una y mil veces por los medios lo conectaron emocionalmente con un pueblo decepcionado del liderazgo político, al cual responsabilizaron con razón de la crisis. ¿Quiere decir entonces que un sector importante de venezolanos en 1992 apoyó la acción militar? La respuesta definitiva es que si hubo respaldo. La sintonía de los discursos del ex -presidente Caldera y de Aristóbulo Isturiz en la sesión especial bicameral del Congreso ese día, y la posición asumida por los medios de comunicación, particularmente los televisivos, le dio al movimiento insurgente una legitimación y un líder, que fue interpretado arcaicamente por la Venezuela menos incorporada y también más decepcionada del proyecto de modernidad política iniciado en 1958. Contradictoriamente también hubo conexión empática con los sectores medios, favorecidos por el estado asistencialista, pero golpeados por la crisis. Resurgió entonces el atavismo mesiánico del caudillo, que muchos intelectuales e historiadores pensaban había sido desterrado de la historia política venezolana.
El deterioro del proyecto de modernidad política, es lo que permite el retorno atávico en el imaginario colectivo de la figura del gendarme, del caudillo necesario. Las sociedades acosadas por el autoritarismo no pueden avanzar, y por eso retroceden históricamente hasta los arcaísmos de liderazgo decimonónicos. El caso de Honduras es complejo, la frágil institucionalidad del país no encontró vías para detener el recién estrenado izquierdismo chavista de Zelaya que lo llevó a las honduras del abismo. En Venezuela la institucionalidad puntofijista, encontró la manera de solventar la crisis enjuiciando y destituyendo constitucionalmente a Carlos Andrés Pérez por manejos inadecuados de la partida secreta, igual el Brasil dentro del marco democrático enjuició al Presidente Collor De Melo por corrupción.
La demanda justa de la comunidad internacional que exige la restitución de la presidencia de Zelaya en Honduras, nos permite ver al Presidente clamando por la vuelta de la democracia en ese país centroamericano. Contradictoriamente en Venezuela se incrementa el autoritarismo. El objetivo político interno de esta campaña es movilizar a la costosa maquinaria del PSUV en contra de los medios de comunicación que no se han doblegado a la hegemonía comunicacional del estado, y continuar criminalizando a la oposición con el argumento del golpismo, mientras se aprueban en la Asamblea leyes que disminuyen los espacios democráticos. La distracción es la táctica de guerra más utilizada por el comandante, la campaña por Honduras es solo parte de un libreto más grueso.