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7 junio 2010 1 07 /06 /junio /2010 19:09

  

  

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              FERRÁN ADRIÀ Y HUGO CHÁVEZ: LA DESCONSTRUCCIÓN Y LA                   DESTRUCCIÓN 

                                                                               Carlos Ochoa

   

El mundo gastronómico ha reconocido por varios años a Ferrán Àdria como el mejor chef del mundo, y a su restaurante “El Bulli”, ubicado en la cala Montjoi de Girona en Cataluña, como el templo sagrado de las nuevas experiencias culinarias. La propuesta de Àdria está un paso adelante de “la nouvelle cousine”, y no tiene por el momento una denominación, por ello se habla de cocina posmoderna, transvanguardista, evolucionaria, molecular etc. El propio Ferrán se niega a autodefinirse, sin embargo el término con el cual más se identifica su trabajo es el deconstructivo,  que viene de la filosofía. El pensador francés  Jacques Derrida acuñó el concepto del Destruktion usado por Heidegger, para explicar la destrucción de los lenguajes de la metafísica, y en esencia plantear que se puede descubrir las diferentes significaciones de un texto, una obra de arte, una edificación o un plato culinario, descomponiendo la estructura del lenguaje que lo produjo.

 

La propuesta de Ferrán Àdria busca armonizar los códigos complejos de su lenguaje, con el mundo globalizado y tecnológico, relacionando su trabajo con el lenguaje del arte y de la arquitectura. Esto produce una reflexión gastronómica,  que se logra a partir del recuerdo pensante (anamnesis) que realiza la memoria de algo aparentemente distinto y desconocido, pero en esencia identificable. Para ponerlo en criollo, la deconstrucción en cocina es un goce de los sentidos, un festival de emociones que conecta gusto, vista, tacto, olfato y audición a algo que ya hemos experimentado en algún momento de nuestra existencia, pero que a simple vista no reconocemos en su aspecto. Por ejemplo una sopa de caraotas convertida en crema batida por un artilugio usado en  repostería nos confunde de entrada, pero una vez que  la probamos, nuestra memoria se dispara a la esencia, quizá a la sopa de caraotas cocinada en nuestros hogares. Lo que hay que tener claro es que para deconstruir un lenguaje es necesario saber construir, y ahí está el detalle como dijo el filósofo mexicano.

 

El comandante Chávez ha repetido muchas veces que hay que destruir las estructuras del estado capitalista venezolano, y en eso anda, destruyéndolo todo sin construir nada. Destruir es diferente a deconstruir, ya otro filosofo alemán, Hans Gadamer abordó el punto. Chávez no puede hacer otra cosa que destruir porque nunca aprendió a construir nada complejo, por eso el insulto, la descalificación, lo escatológico y primitivo de su discurso político.

 

El país necesita con urgencia recuperar la memoria constructiva, para ello la oposición debe superar el discurso lastimero. Esto significa deconstruir el menú del discurso político innovándolo.

 

 Sin innovación no importa cuantos diputados logremos en septiembre, siempre serán pocos.

 

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